jueves, 11 de septiembre de 2008

Bolivia: la revolución ratificada

La decisión del pueblo boliviano de ratificar masivamente la revolución democrática y cultural de Evo Morales, se convierte en un escalón más en la liberación definitiva de los pueblos de Nuestra América pero a la vez, requiere estar alertas frente a las estrategias del imperio que sigue presionando con las intenciones secesionistas en Bolivia, Ecuador y Venezuela y lanzó al mar su IV Flota como advertencia de intervención directa.

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Por
Jorge Benedetti

(Desde La Paz) Más del 60 por ciento de los bolivianos, incluso en los departamentos opositores y secesionistas, dijo claramente que la revolución debe continuar, más allá de las dificultades que tiene toda construcción popular y democrática.

Un recorrido rápido sobre los logros de estos primeros dos años y medio de gobierno, muestra una economía recuperada, un crecimiento de las exportaciones gracias a la nacionalización de los hidrocarburos y sobre todo el avance en la eliminación de las desigualdades sociales con políticas de inclusión, como la Renta Dignidad, para los mayores de 60 años que estaban afuera del sistema provisional y la declaración, para fin de 2008, de país libre de analfabetismo gracias a la implementación del programa cubano “Yo sí puedo” desde 2006.

La pregunta sobre cómo continúa la revolución después de este referendo revocatorio encuentra incertidumbres en la violencia con la que los prefectos y dirigentes cívicos de la llamada media luna (Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija) van a seguir oponiéndose a que Bolivia sea digna e independiente.

Claramente, el imperialismo estadounidense continuará apoyando económica y estratégicamente todas y cada una de las acciones de la derecha boliviana y trabajará para deslegitimar y desgastar al gobierno de Morales.

En esto radica una de las victorias del referendo del domingo, la fuerte legitimación que obtuvo Morales de parte del voto popular harán por lo menos que los opositores se sienten a negociar y que los Estados Unidos suavicen un poco su injerencia en el país.

Para la región, el triunfo de la revolución boliviana representa un paso en la decisión de los gobiernos de Nuestra América de avanzar en la integración y deja muestras de cómo seguir adelante, pero sobre todo, muestra por dónde vienen las oligarquías y el imperialismo.

No son casuales las coincidencias entre la Argentina enfrentada a la oligarquía terrateniente apoyada por la derecha y la peor izquierda (alguien alguna vez explicará por qué se unen a proyectos colonialistas) y Bolivia luchando contra la clase históricamente dominante que no sólo defiende sus intereses económicos sino que se convierte en faro ideológico para los poderosos de todos nuestros países.

Por supuesto, estas ideas contrarrevolucioanarias cuentan con un aparato mediático poderoso que sostiene sus discursos, los alimenta y trabaja, día a día por la desestabilización de los gobiernos revolucionarios y progresistas.

Un ejemplo: El presidente del Comité Cívico de Santa Cruz, el empresario ultraderechista Branco Marincovich, declaró a horas del referendo revocatorio que levantaría su huelga de hambre y que iría a votar “con nuestros amigos de la prensa para que fiscalicen todo”.

Las mismas palabras usaron los representantes del campo argentino durante los cien días de lock out patronal y desabastecimiento: “Amigos trabajadores de la prensa, gracias por apoyarnos”, supo decir el otrora combativo presidente de la Federación Agraria Argentina, Eduardo Buzzi.

América Latina ganó con el referendo boliviano otra batalla, como las que significarán la llegada de Fernando Lugo a Paraguay después de 60 años de dictadura y democracia condicionada y el casi seguro triunfo del Frente Farabundo Martí para la Liberación nacional (FMNL) en El Salvador en el mes de octubre.
Tomado de revista Nuestra América

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